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lunes, 4 de enero de 2016

Recuerdos, superpoderes y aprendizajes inciertos

Recién entrado en 2016, me he puesto a recordar algunas cosas del pasado, que me han hecho ser lo que soy hoy. Algunas pueden ser divertidas para quien haya vivido algo parecido. Otras quizás muy mías y por tanto menos intersantes. Pero en cualquier caso, con este texto, me gustaría disfrutar con quien quiera que lo lea, de esos recuerdos, que a veces nos vienen a la mente, sin saber ni por qué ni cómo. Pero que, en el fondo, nos dan la vida :)))  


RECUERDO HEDONISTA:
Una de las cosas que más me gusta recordar últimamente -supongo que porque ando un poco... hiperhormonado o salido- es un superpoder, que me llenaba de placer y felicidad, pero que a la  vez me causaba cierta curiosidad, que con los años resolví. 
Si no me equivoco, Joaquín Reyes lo cita en uno de sus monólogos con el nombre de "la fuerza". El cual me parece fantástico y muy apropiado. Porque la sensación era similar, a la que pueda sentir un caballero oscuro, de los más avezados en el uso de la fuerza.
La fuerza, era un superpoder, que me permitía tener orgasmos sexuales con solamente apretar fuertemente los cachetes del culo y dejar volar la mente hacia el lado oscuro. Y Puff todavía no comprendo como algo tan sencillo, era tan maravilloso. De hecho diría -tal vez llevado por la nostalgia- que los orgasmos que era capaz de provocarme, eran incluso mejores de los que pueda tener ahora con el sexo "A2" o "A5".
Por desgracia, no he encontrado ningún artículo interesante que justifique el origen de este poder y que así pueda ser útil para entender "la fuerza" y poder utilizarla, incluso en la madurez. Aunque creo que esto último será complicado, pues hace algún tiempo tiempo, creo haber leído o visto en un documental, que es un "don" que atiende a razones de evolución y desarrollo del aparato genital y que por eso ocurre en los años de preadolescencia (casualmente cuándo yo lo gocé)donde "el aparato" está en pleno desarrollo.
Si alguien con más de 18 consigue experimentar algo parecido ¡Que me diga como lo hace!
También recuerdo un poder muy placentero para mis articulaciones escápulo-humerales, que consistía en dislocarlas, en un gesto muy parecido a saltar a la comba, que consistía en pasar los brazos alrededor de todo el cuerpo, sin separar las manos en ningún momento. Igual que hace el simpático jefe de los simios -del libro de la selva- en este vídeo.

minuto 1'15"
Éste gesto, junto con el de jugar a "engatillar los dedos y disparar" me daba muuucho gusto. En concreto en mi cuello espalda, hombro codos o en el caso del gatillo, en los dedos... 
Se puede decir que eran de mis estiramientos favoritos.
Recuerdo también la sensación de tener algo de voz para cantar, pero aún más para silbar bien. Actividad que relajaba mis sentidos y causaba una sensación parecida a un maravilloso mantra resonando en la cabeza, mientras se practica la meditación.

RECUERDO ARTÍSTICO-CIENTÍFICO:
Me relajaban también mis dibujos. Dibujar siempre me encantó. Recuerdo en especial, una época en la que, queriendo ser inventor y este tipo de cosas, me encerré durante varios días, por las tardes, con ese mítico cartel -tan propio de películas americanas- de "No molestar o don't disturb genius at work" colgado de la puerta, y un montón de música jazz sonando en el radiocassette horas y horas. En especial recuerdo los cds de Ella fitgerald y lo mejor del soul, que escuché uuna y otra vez, durante una buena temporada junto a otras músicas clásicas y obras de culto musical.
Sin embargo, no todo fue glamour y jazz, en relación con lo de ser inventor. Pues gracias a esa iniciativa, también manché alguna vajilla, ensucié algún que otro banco con pegamentos y unguentos y  quemé algunos hierbajos en el colegio, que por poco nos cuestan un disgusto a mí y a un par de amigos cómplices de la andanza.
Así y todo, añoro especialmente la capacidad que tenía, para meterme en un mundo y creérmelo, hasta el punto de no pensar demasiado en la existencia de ningún otro más "realista".
RECUERDO DE PEREZA:
Recuerdo que no me gustaba estudiar, y en algunos momentos tampoco madrugar. Siempre he sido un niño vago, que sacaba todo por "culpa" de sus padres, que más de una vez, lo tuvieron que poner en vereda, encerrándolo en la habitación y obligándolo de alguna forma a terminar unas tareas, que casi nunca le apetecía hacer. Un niño, que prefería su mundo de yupi, sin duda. 
Recuerdo que muchas de esas ocasiones en que me obligaban a labrarme un futuro, o al menos menos asistir a las clases lloraba, como llora un adulto. Sintiendo esa opresión en las sienes y el cogote, que tan bien refleja de forma física, lo que en pensamientos es un choque brutal entre voluntad y obligación impuesta desde fuera. En aquellos momentos, mis pensamientos iban hacia cualquier tema, menos a las tablas de multiplicar o el álbum de cromos que teníamos que hacer cada semana y ocasionalmente causaban esos malestares.
Madrugar también fue un suplicio más de una vez, pero a base de levantarme contra mi voluntad, ahora no hay despertador que me pille ni pastor que me tenga que domesticar en esas lides.
Tuve muchos momentos de no querer ir a la guardería, tampoco al colegio y tammpoco al instituto. Gracias a dios, ya en la universidad me pude fugar todo lo que consideré y más.

RECUERDO SEGURO-CREATIVO:
De vuelta al pasado, recuerdo disfrutar muchísimo, creando cabañas con los cojines de los sofás, y con las sábanas de las camas que me hacían sentir como un pequeño troglodita feliz. Es algo recurrente en los niños y no me extraña, porque a mí me daba una felicidad y una sensación de amparo y hormigueo por dentro, que incluso ahora recordándolo me llena de sensaciones.
Recuerdo también mis horas esperando en el patio del colegio esperando a que mis padres terminasen de trabajar. Igual que las de casa. Eran horas en las que muchas veces estaba solo, si no fuese por algún amigo que se quedaba de vez en cuando. Horas de soledad en las que jugaba como un mono a las canicas, los tazos o lo que pillase por ahí. Eran las horas de práctica para cuando luego jugase con los demás niños. Gracias a esas cosas supongo que también me hice medianamente bueno en esos juegos, y no me sentí excluido casi nunca en nada. Además del supuesto beneficio derivado de aprender a pasar horas solo y sin contar con nadie ni casi nada.

RECUERDO PÚRAMENTE SEXUAL:
Recuerdo las primeras pajas en común en casa de un amigo, mientras veíamos siluetas borrosas en una tele, alguna revista que era de todo menos pornográfica, o algún dibujo, que quizás para la época y teniendo en cuenta nuestra edad podía parecer "excitante" pero vamos... aquellas imágenes daban más a la imaginación que a ningún sentido o percepción empírica.
Pero bueno, al fin y al cabo cualquier cosa era válida para ganar el trofeo al primer eyaculador de la clase o del grupo de pequeños simios obscenos jajaja.

RECUERDO FRUSTRANTEMENTE SEXUAL
En este sentido, se me quedó grabado el título de la película "instinto básico" por la frustración que me produjo que no me dejasen ver las escenas de esa película por ser muy pequeño... y me recuerdo aún, intentando vislumbrarlo que pasaba a través del cristal traslúcido, que daba forma a la vieja puerta del comedor de mi antigua casa. 
*Gran decepción, me llevé al ver de muy adulto lo que escondía aquella cinta de vídeo. ¿Por qué no me dejarían ver aquellas estúpidas escenas en su momento? entonces igual me hubiesen causado alguna emoción... y no me hubiesen causado el absurdo desengaño o desilusión de unos años después. 
Aunque bueno... Por otra parte me hizo sonreír el ver años después lo que mis "puritanos" padres y hermanos escondían a mis "inocentes" ojos infantiles.

MISCELANIA:
Más cosas hubieron, y más adelante habrían muchas más: bailes en las tarimas... volteretas en lugares insospechados... amores platónicos con actuaciones aún más platónicas... y otras muchas cosas de entonces y después de entonces. Todas para conformar una vida más... en la que uno se alegra de unos aprendizajes y quizás otros no los entiende tan bien...

APRENDIZAJES QUE SIENTO.
Aprendí a callar. Sieeempre me ha encantado hablar, ser un charlatán, y entre el colegio y sobre todo el instituto y sus "partes" dejó de ser mi afición favorita a base de castigos y amenazas con "hablar con mis padres"
Aprendí a no expresar mucho mis emociones, pues había que quitar un poco de impulsividad para ser mejor aceptado en la normativa establecida. Amén de que en algunas sociedades -como la que me ha tocado vivir- parece más importante el aparentar que el ser. 
Aprendí a pasar muchas horas solo en un sitio.
Eso no sé si ha sido bueno o malo, ni hasta qué punto. A veces me siento un poco reprimido pero supongo, que eso tampoco es único y por tanto me consuelo. Ya se sabe que "mal de muchos consuelo de tontos"

Pero si algo siento de verdad, es la pérdida de; LA FUERZA, Y LA DISLOCACIÓN ESCÁPULO HUMERAL PLACENTERA. Eso sí que es objetivamente malo. Especialmente el segundo poder, ahora que por desgracia -o por culpa de ese hedonismo prematuro- las dislocaciones de hombro se han vuelto de todo menos placenteras. 
POR QUÉ MUNDO CRUEL ¿¡POR QUÉ TRASFORMAS EL PLACER EN DOLOR Y LA ILUSIÓN EN DUDA!? ;)

Pues eso... más allá de decir tonterías, quiero manifestar mis deseos de que si alguien lee esto, recuerde sus poderes, sus locuras y con más o menos risas y sonrisas empiece así un: 
Feliz año.
más :))

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